• CAMPAMENTO INFANCIA MISIONERA 2024


    ¡Abiertas las inscripciones!
  • MEMORIA DE ACTIVIDADES


    Mira todo lo que hicimos en 2022
  • MEDITACIÓN DIARIA


    ¡Reza con nosotros por las misiones!
  • SUPERGESTO


    La revista para jóvenes, ahora en formato 100% digital

martes, 22 de marzo de 2022

La diócesis tiene a una veintena de religiosos en misiones por el mundo

 José Antonio García Acuña lleva apenas unas semanas al frente de la Delegación Diocesana de Misiones y comenta “aún estoy poniéndome al día”, un contacto con su nuevo cometido que le ha llevado ya a reunirse con unos misioneros del IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras) para conocer más de cerca la realidad de una actividad que “hoy en día no es fácil porque apenas hay religiosos para ello”, aunque recuerda que la diócesis “ha aportado bastantes misioneros que han dado su vida en otros países propagando la fe”. 

José Antonio García Acuña con dos misioneros que participaban en el Seminario en unas jornadas.

En la actualidad, en la diócesis de Tui-Vigo hay 20 misioneros en activo, de los que solo tres son sacerdotes diocesanos, a los que hay que sumar a monseñor Gilberto Gómez que es obispo de Abancay y que estos días se encuentra en Vigo. La mayoría de los misioneros son religiosas, representando el 77%, mientras que hombres son apenas 7, también pertenecientes a diferentes órdenes. Resaltar también que 11 religiosos regresaron de misiones en los últimos años por motivos de edad o enfermedad, ya que en la mayoría de los países en los que ejercen su ministerio los religiosos no tienen cobertura sanitaria ni mucho menos una jubilación. 

La claretiana Beatriz María Pereiro Acevedo, originaria de la diócesis, es una de las personas que más saben sobre misiones, tras su paso por Honduras y el Salvador. Para ella, esta experiencia a la que dedicó nueve años de su vida, es “un antes y un después. Parte de lo que soy ahora, lo que vivo, mi forma de pensar, sentir, vivir mi fe, está marcado por estos años. Me ayudó a valorar otra cultura, a otras personas que piensan distinto; a que lo nuestro no es mejor sino diferente; que no vamos a ‘salvar a nadie'; a ser más humilde, a tener más paciencia, a aceptar otros ritmos, a ser más creativa ante la falta de recursos, a ser muy agradecida por lo que Dios me ha dado en la vida, a no ser una quejica, a valorar mi propia cultura y mi país. A saber, enfrentar situaciones difíciles e incluso de violencia, a no tener miedo y sentir que Dios siempre me ha acompañado. A ser amiga de los pobres. A disfrutar de la riqueza y majestuosidad de la naturaleza de esos lugares”.  

La formación que reciben antes de partir “no es exclusiva. Sí es cierto que, tanto religiosos como laicos, cuando tienen en perspectiva ir a otros países reciben formación para prepararse. La formación más importante son los estudios que cada uno tiene, y en función de esto puede desarrollar mejor su misión allí a dónde vaya. Los que somos religiosos se complementa con formación teológico-pastoral-misionera”, explica. Hay algunos que no logran superar esa preparación y otros, que una vez ya en su destino, regresan al no conseguir adaptarse por algún motivo. Y es que como ella dice “hay personas que de alguna manera lo llevan dentro y es una inquietud que en algún momento tienes que hacer realidad. No todos estamos llamados a ir a otros lugares, pero el que lo sienta en su corazón debe hacerlo”.