Con alegría celebramos juntos, el lunes 27, el Día del Misionero Diocesano, dando gracias al Señor por cada uno de ellos y escuchando con interés la situación, no siempre fácil, que viven en los diferentes países, con la misión de testimoniar y anunciar a todos la Buena Noticia de Jesús. Este año, de manera especial, nos acercamos a la realidad de Cuba, siempre difícil para tantos hermanos que viven la cruda realidad de pobreza, aunque abiertos a la esperanza en este momento histórico de su país.
La celebración Eucarística, presidida por el P. Alfredo García Fernández, Claretiano, Delegado Episcopal de la Vida Consagrada, por ausencia del Señor Obispo, fue un momento fuerte de oración recordando de manera particular este año a los misioneros consagrados, religiosos o seglares, y la comida que nos reunió a continuación, fue un momento estupendo para recordar anécdotas, situaciones, vivencias y gozos de nuestra vocación misionera con varios de los misioneros ad extra, retornados y familiares.