Conscientes del mandato del Señor de compartir con todos el don de la fe recibida, y nuestro compromiso misionero, hemos podido celebrar un año más, con alegría, la Jornada Misionera del Domund.
Diversas actividades han ido jalonando los días anteriores, en grupos y parroquias, enriquecidas con el Mensaje de nuestro Obispo, D. Luis Quinteiro Fiuza, que nos recordaba como “La dimensión misionera es sin duda una señal de identidad de nuestra fe. Tenemos que pedirle al SeñoR - nos decía - que nos haga sentir profundamente en nuestras vidas el gozo de ser misioneros de nuestra fe y que nos conceda la generosidad para colaborar activamente con todos nuestros medios para hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio.
Este gozo es el que han demostrado Marisa y Anna, Franciscanas Misioneras de María, al compartir con niños y jóvenes, en varios colegios, su experiencia de fe vivida entre los más pobres, en Argentina y Senegal; los numerosos jóvenes que participaron en la Vigilia Misionera de la Luz
y que nos emocionaron a todos con su actitud atenta y silenciosa y sus testimonios de fe y de solidaridad misionera; los miles de niños “entusiastas pequeños misioneros” que con sus huchas recorrieron nuestras calles, a pesar del mal tiempo… Y hasta la prensa más interesada que nunca por conocer detalles de la labor de los misioneros, especialmente de los nacidos en nuestra tierra. Ahora esperamos los frutos de solidaridad que, como lo confirma la experiencia, se hace más generosa en tiempos difíciles. La lluvia y el viento, como fuerza del Espíritu, nos han acompañado sin tregua todos estos días y, como es habitual por estos lares, sigue haciéndolo. Por eso estamos convencidos de que esa fuerza purificadora, transformadora, va haciendo su obra calladamente, y así la vida buena del Evangelio irá resplandeciendo más y más en nuestro tiempo.