¿Qué
es la Jornada de Vocaciones Nativas?
La
Obra Pontificia de San Pedro Apóstol se ocupa de la formación de casi 73000
seminaristas y más de 6000 novicios y novicias en su primer año académico.
El
37,20 % de las circunscripciones en las que se organiza la Iglesia Universal, son
Territorios de Misión. Y aunque el 40,58% de la población mundial vive en estos
territorios, solo 16 de cada cien católicos del mundo se encuentran en ellos. Y
se trata de iglesias que todavía no son capaces de mantenerse por sí mismas, y
reciben por tanto la ayuda de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol.
Durante
el año 2014 se recaudó a nivel universal 20.724.032 euros. Las ayudas llamadas
ordinarias (dedicadas exclusivamente a atender la formación de seminaristas y
novicios con nulos o escasos medios económicos) superaron los 16.487.000 euros.
Por su parte, las ayudas extraordinarias destinadas a proyectos concretos, como
la construcción y mantenimiento de los centros formativos, estuvieron por
encima de los 2.500.000 euros.
Las
ayuda de España
La
ayuda de España a las Vocaciones Nativas que España ofreció en el año 2014 fue
de 1.710.047 euros. La mayor parte destinada a África con 1.351.149 euros; Asia
con 229.971 euros y América con 128.926
euros.
¿Cómo
se puede colaborar con Vocaciones Nativas?
Durante
todo el año, Obras Misionales Pontificias recibe los donativos de las personas
que colaboran con la Obra de San Pedro Apóstol para ayudar a las Vocaciones
Nativas.
¿Cómo hacer un donativo para
VOCACIONES NATIVAS?
- Puedes
entregar un donativo en tu parroquia o directamente en la Delegación de
Misiones de tu diócesis.
- Puedes
efectuar un ingreso en las siguientes cuentas bancarias de las Obras
Misionales Pontificias:
BANCO
POPULAR: ES25 0075 0204 9506 0006 0866
BANCO
SANTANDER: ES32 0049 5117 2821 1009 4950
BBVA:
ES30 0182 1364 3800 1670 0008
BANKIA:
ES74 2038 1027 5860 0075 5830
LA
CAIXA: ES19 2100 5731 7902 0008 7079
- También
puedes hacer un donativo on line, con total seguridad, a través de
nuestra página web http://www.omp.es/Donativos/donativo.htm
También
se puede colaborar con el VOCACIONES NATIVAS:
- Con
una aportación económica fija
Puedes
colaborar con una aportación fija con la periodicidad e importe que desees.
Consciente de que las necesidades en las misiones son muchas, con una
domiciliación bancaria estarás cerca de los misioneros durante todo el año.
- Con
tu testamento o legado
Las
herencias y legados a favor de las misiones son uno de los principales cauces
de apoyo a la labor de los misioneros y de las misiones. Desde 1922, fecha en
que las Obras Misionales recibieron su carácter pontificio, decenas de
católicos españoles han querido que su última voluntad tuviera un carácter
misionero, dejando sus bienes a este fin.
- Con
las Becas de estudio para seminaristas y novicios
Con las becas de estudio se puede financiar la formación de un
seminarista o novicio, total o parcialmente. La beca completa, 2000 euros,
cubre los seis años de formación de un seminarista. La media beca, de 1000
euros, le ayuda durante tres años de estudio. Y también existe la posibilidad
de cubrir la formación de un curso de de un novicio a través de la donación de
350 euros.
LEMA
CARTEL Y OBJETIVOS
LEMA
“¡Qué bueno...
El mejor indicador de que una persona ha descubierto el tesoro escondido, su
propia vocación, es la paz interior que se refleja en su rostro. Es la
expresión del enamorado... Algo ha cambiado en su vida.
caminar
La vocación entraña el compromiso de salir de uno mismo para ir al encuentro
del otro. Así lo refiere el salmista: “Dichoso el que camina en la ley del
Señor” (Sal 119 [118]), “Caminaré en presencia del Señor” (Sal 116 [114-115]).
Vocación es vivir la disponibilidad para “salir” e ir a donde la Iglesia envía.
contigo!”
Quien ha sido llamado a la vida consagrada o al sacerdocio es consciente de que
Él camina al lado y nunca dejará de ser su acompañante, y de que la vocación
implica compartir la vida con los demás, al estilo de Jesús, para mostrarles el
rostro de Dios.
CARTEL
26 de abril de 2015
En el día del Buen Pastor, IV Domingo de Pascua, la Iglesia celebra dos
Jornadas con referencia explícita a la vocación de especial consagración.
Corazón Un
corazón que adquiere la forma de unas manos orantes. La llamada vocacional se
percibe en el corazón de cada persona, cuando en el silencio de la oración
“toca” con sus manos el misterio de Dios.
¡Qué bueno caminar contigo!
Un lema que expresa el gozo y la alegría de ponerse en camino al encuentro con
Dios y con los demás.
OBJETIVOS
Orar
al Dueño de la mies para que siga enviando muchos obreros a su Iglesia, y para
darle gracias por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que
actualmente se forman en seminarios y noviciados en todo el mundo.
Suscitar
en los jóvenes disposiciones adecuadas para escuchar la llamada de Dios y
disponibilidad para cumplir su voluntad.
Promover
entre los fieles una eficaz colaboración con la Obra Pontificia de San Pedro
Apóstol, que atiende las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en los
territorios de misión.
Obtener
fondos y ayudas económicas para el sostenimiento y la formación de estas
vocaciones, a través de la financiación de “Becas de estudio”.
VOCACIÓN
Y MISIÓN
Narra
el Evangelio que Jesús, al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque, mientras
recorría pueblos y ciudades, los encontraba cansados y abatidos “como ovejas
que no tienen pastor” (Mt 9,36). De esa mirada de amor brotaba la invitación a
los discípulos: “Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su
mies” (Mt 9,38); y envió a los Doce “a las ovejas perdidas de Israel”, con
instrucciones precisas.
Desde
entonces, se inicia la evangelización de los pueblos, y se comprueba cómo Dios
suscita numerosos discípulos en las comunidades cristianas que nacen del primer
anuncio y se consolidan con la celebración de la fe. Estas vocaciones en no
pocas ocasiones son zarandeadas por circunstancias dolorosas, como la
resistencia a la aceptación del mensaje, o incluso son expulsadas de la propia
tierra por ser seguidores de Jesús (cf. Hch 8,1-4). La vida evangelizadora de
Pablo es uno de tantos ejemplos, pero su respuesta ante la adversidad se
convierte en luz para futuros discípulos misioneros. Cuando es acusado de no
estar autorizado para el apostolado, apela repetidas veces precisamente a la
vocación recibida directamente del Señor (cf. Rom 1,1; Gál 1,11-12.15-17). La
llamada vocacional es el argumento fundante de su misión. No se ha “apuntado” a
este trabajo por iniciativa propia: ha sido llamado y enviado.
“¡Qué bueno caminar contigo!”
Desde
hace más de 50 años se celebra, en la Iglesia católica, la Jornada Mundial de
Oración por las Vocaciones el IV Domingo de Pascua. Si cada día la Iglesia ora
al Padre por aquellos que han sido llamados al sacerdocio y a la vida
consagrada, esta Jornada es especialmente singular, porque la Palabra de Dios
pone ante la consideración de los fieles la figura del Buen Pastor. Este año,
además, coincide con la celebración, en España, de la Jornada de Vocaciones
Nativas, promovida por la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que tiene como
finalidad ayudar a la formación y el sostenimiento de las vocaciones que Dios
suscita al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada en los territorios de
misión.
Para
celebrar ambas jornadas se propone a las comunidades cristianas el lema “¡Qué
bueno caminar contigo!”. Cuando una persona, generalmente un joven, acepta la
llamada de Dios, experimenta una enorme alegría y gozo. “¡Qué bueno es estar
aquí!”, diría Pedro en el monte Tabor. Esta experiencia contrasta con los
momentos previos, en los que la incertidumbre o la indefinición aparecían como
disuasorias coartadas del miedo y de la preocupación. En el momento en que
Mateo, después de escuchar la llamada, se levanta y lo deja todo, su vida ha
empezado a cambiar, y lo celebra con una fiesta. Es el comienzo de una nueva
etapa, impregnada de amor y de bondad, que ha de recorrer. El secreto de esta
nueva actitud nace de la certeza de que el amor no admite cálculos ni contraprestaciones:
es la entrega radical de uno mismo. Inmediatamente, sin buscarlo, casi sin
desearlo, se experimenta la belleza de la donación. Así, de manera sencilla,
pero heroica, comienza el caminar del discípulo, con la mirada puesta en la
espalda del Maestro que va por delante desbrozando el camino.
No
es un caminar en solitario, sino en compañía. “Caminar contigo”, reza el lema.
Las vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio son “echar a andar” con el
Otro, conscientes de que junto a ellas camina el compañero silencioso, oculto y
a veces “disfrazado”, como les sucedió a los discípulos de Emaús: inicialmente
no le reconocieron, pero se sentían muy a gusto con el “desconocido”; más tarde
descubrirían que era el Resucitado. Cada vocación vive en profundidad esta
certeza de recorrer el camino de la salvación en la cercanía y proximidad de
Jesús. “Caminar contigo” implica, además, que el sendero está repleto de otros
caminantes, con los que el discípulo comparte la experiencia de la fe, la
ilusión de la esperanza y la cercanía del amor. De este modo el recorrido se
hace gratificante y seguro. Cómo se agradece en muchos tramos del camino la
mano amorosa del cirineo que ayuda a llevar la cruz o a levantarse cuando uno
ha podido tropezar.
Vocaciones nativas... en camino
La
mencionada coincidencia de la Jornada de Vocaciones Nativas con el día en que
la Iglesia universal es convocada a orar por las vocaciones es un signo más de
la intrínseca relación entre vocación y misión. Son las laicas francesas Juana
Bigard y su madre, Estefanía, quienes, a finales del siglo XIX, se ponen en
movimiento con el fin de promover las ayudas necesarias para las vocaciones que
inician su singladura en los ámbitos misioneros, dando origen a una iniciativa,
la Obra de San Pedro Apóstol, que más tarde, en 1922, alcanzaría su condición
de “Pontificia”. Habían intuido que la formación de las vocaciones al
ministerio sacerdotal y a la vida consagrada sería garantía para la expansión
del Evangelio.
Desde
el principio ambas advirtieron que era claramente insuficiente con la provisión
de ayudas económicas, aunque fueran necesarias. Se requería, con prioridad,
dotar a estos ámbitos misioneros de una fuerte consistencia espiritual,
enraizada en la adhesión al Evangelio en la persona de Jesucristo. Con este
anclaje se aseguraba que las vocaciones allí surgidas y formadas llevaran en su
entraña la certeza de que eran llamadas no solo a atender a las comunidades de
las que habían salido, sino al mundo entero, como sucedió con los apóstoles. La
vocación-misión, como testimonio del amor divino, resulta especialmente eficaz
cuando se comparte “para que el mundo crea” (Jn 17,21). Por eso, la súplica al
Dueño de la mies para que suscite vocaciones no es para “abastecer” las
necesidades próximas e inmediatas de las urgencias pastorales domésticas, sino
para su disponibilidad a salir de sus límites e ir a donde la Iglesia lo
necesite.
Seminarios y noviciados en la
misión
Dios
sigue rompiendo esquemas, llamado a los que quiere y en las circunstancias
menos previsibles, como es el caso de las que llamamos vocaciones nativas.
Cuando parece que se carece de recursos materiales y de la formación adecuada,
surge la llamada a entregar la vida al servicio los más pequeños, de los
enfermos, de los que sufren, de los pobres. La llamada-respuesta es el inicio
de un largo itinerario para el discernimiento y la formación en el mismo ámbito
cultural y social donde esa vocación nació. Más tarde la Iglesia, según viene
siendo desde el principio, les irá enviando a otros lugares para entregar
gratis lo que de modo gratuito han recibido. Su testimonio de vida puede
impulsar a muchos jóvenes a seguir a Cristo y a dar su vida por los demás,
encontrando así la vida verdadera.
A
ellos se suman muchos hombres y mujeres que, movidos por la acción del Espíritu
Santo, han escogido vivir el Evangelio con radicalidad, haciendo profesión de
castidad, pobreza y obediencia. Religiosos y religiosas de vida activa o
contemplativa, que, con su oración perseverante por toda la humanidad o con su
multiforme acción caritativa, dan a todos el testimonio vivo del amor y de la
misericordia de Dios. “Ellos son, por excelencia”, decía Pablo VI, “voluntarios
y libres para abandonar todo y lanzarse a anunciar el Evangelio hasta los
confines de la tierra. [...] Se les encuentra no raras veces en la vanguardia
de la misión y afrontando los más grandes riesgos para su salud y su propia
vida. Sí, en verdad, la Iglesia les debe muchísimo” (Evangelii nuntiandi, 69).
Las
vocaciones que nacen en el surco de la misión son una invitación permanente
para que los bautizados y las comunidades cristianas sientan la urgencia del
agradecimiento a Dios, por seguir suscitando esas vocaciones en los lugares y
momentos más insospechados, y del compromiso para cooperar, de modo que ninguna
se pierda por carecer de medios para su formación. De un modo especial, la
Jornada vocacional del próximo 26 de abril abre nuevos horizontes para que el
Pueblo de Dios manifieste su gratitud por el don de la vocación de especial consagración
y sea muy solícito para caminar a su lado, ayudando con la oración y la
cooperación.
¿Qué
es la Jornada de Vocaciones Nativas?
Es
la Jornada dedicada a la oración y la cooperación económica con los jóvenes que
son llamados a la vocación sacerdotal o religiosa en los Territorios de Misión.
Estas
vocaciones que surgen en los Territorios de Misión son la muestra de que el
Evangelio ha arraigado plenamente en una cultura y tiene sus frutos propios.
Muy
a menudo las vocaciones que surgen en los Territorios de Misión tienen serias
dificultades para seguir adelante en su formación por problemas económicos. Es
frecuente que un joven africano no pueda costearse los estudios del seminario;
puede ocurrir que un convento en Asia a duras penas pueda mantener a las
novicias que entran. San Juan Pablo II, consciente de la importancia de estas
vocaciones, animaba a la Iglesia a ayudarles: “Pido al Señor que nadie llamado
al sacerdocio o a la vida religiosa en tierras de misión quede excluido por
falta de recursos materiales o económicos”. Es una nueva oportunidad para vivir
la caridad cristiana.
¿Cómo
nació?
Estefanía
y Juana Bigard, madre e hija, leyeron en 1889 una carta del obispo francés de
Nagasaki, en la que contaba que los cristianos japoneses, por temor a la
persecución, tenían miedo de acercarse a los misioneros extranjeros, lo que no
ocurriría si los sacerdotes fueran naturales de su mismo país. Las dos laicas
francesas comienzan una gran actividad para implicar a la Iglesia en el
sostenimiento de las vocaciones en los Territorios de Misión. El Papa Pío XI
asumió esta iniciativa privada como suya y de toda la Iglesia, y en 1922 le dio
el carácter de “pontificia”.
¿Cuándo
se celebra?
En
España esta Jornada, promovida por la Obra de San Pedro Apóstol, se celebra el
26 de abril y coincide con la 52 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.