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lunes, 30 de marzo de 2015

Vocaciones Nativas

¿Qué es la Jornada de Vocaciones Nativas?
La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol se ocupa de la formación de casi 73000 seminaristas y más de 6000 novicios y novicias en su primer año académico.

El 37,20 % de las circunscripciones en las que se organiza la Iglesia Universal, son Territorios de Misión. Y aunque el 40,58% de la población mundial vive en estos territorios, solo 16 de cada cien católicos del mundo se encuentran en ellos. Y se trata de iglesias que todavía no son capaces de mantenerse por sí mismas, y reciben por tanto la ayuda de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol.
Durante el año 2014 se recaudó a nivel universal 20.724.032 euros. Las ayudas llamadas ordinarias (dedicadas exclusivamente a atender la formación de seminaristas y novicios con nulos o escasos medios económicos) superaron los 16.487.000 euros. Por su parte, las ayudas extraordinarias destinadas a proyectos concretos, como la construcción y mantenimiento de los centros formativos, estuvieron por encima de los 2.500.000 euros.

Las ayuda de España
La ayuda de España a las Vocaciones Nativas que España ofreció en el año 2014 fue de 1.710.047 euros. La mayor parte destinada a África con 1.351.149 euros; Asia con 229.971 euros y  América con 128.926 euros.
¿Cómo se puede colaborar con Vocaciones Nativas?
Durante todo el año, Obras Misionales Pontificias recibe los donativos de las personas que colaboran con la Obra de San Pedro Apóstol para ayudar a las Vocaciones Nativas.

¿Cómo hacer un donativo para VOCACIONES NATIVAS?
  • Puedes entregar un donativo en tu parroquia o directamente en la Delegación de Misiones de tu diócesis.
  • Puedes efectuar un ingreso en las siguientes cuentas bancarias de las Obras Misionales Pontificias:
BANCO POPULAR: ES25 0075 0204 9506 0006 0866
BANCO SANTANDER: ES32 0049 5117 2821 1009 4950
BBVA: ES30 0182 1364 3800 1670 0008
BANKIA: ES74 2038 1027 5860 0075 5830
LA CAIXA: ES19 2100 5731 7902 0008 7079


También se puede colaborar con el VOCACIONES NATIVAS:
  • Con una aportación económica fija
Puedes colaborar con una aportación fija con la periodicidad e importe que desees. Consciente de que las necesidades en las misiones son muchas, con una domiciliación bancaria estarás cerca de los misioneros durante todo el año.

  • Con tu testamento o legado
Las herencias y legados a favor de las misiones son uno de los principales cauces de apoyo a la labor de los misioneros y de las misiones. Desde 1922, fecha en que las Obras Misionales recibieron su carácter pontificio, decenas de católicos españoles han querido que su última voluntad tuviera un carácter misionero, dejando sus bienes a este fin.
  • Con las Becas de estudio para seminaristas y novicios
Con las becas de estudio se puede financiar la formación de un seminarista o novicio, total o parcialmente. La beca completa, 2000 euros, cubre los seis años de formación de un seminarista. La media beca, de 1000 euros, le ayuda durante tres años de estudio. Y también existe la posibilidad de cubrir la formación de un curso de de un novicio a través de la donación de 350 euros.

LEMA CARTEL Y OBJETIVOS
LEMA
“¡Qué bueno... El mejor indicador de que una persona ha descubierto el tesoro escondido, su propia vocación, es la paz interior que se refleja en su rostro. Es la expresión del enamorado... Algo ha cambiado en su vida. 
caminar La vocación entraña el compromiso de salir de uno mismo para ir al encuentro del otro. Así lo refiere el salmista: “Dichoso el que camina en la ley del Señor” (Sal 119 [118]), “Caminaré en presencia del Señor” (Sal 116 [114-115]). Vocación es vivir la disponibilidad para “salir” e ir a donde la Iglesia envía.
contigo!” Quien ha sido llamado a la vida consagrada o al sacerdocio es consciente de que Él camina al lado y nunca dejará de ser su acompañante, y de que la vocación implica compartir la vida con los demás, al estilo de Jesús, para mostrarles el rostro de Dios.

CARTEL
26 de abril de 2015 En el día del Buen Pastor, IV Domingo de Pascua, la Iglesia celebra dos Jornadas con referencia explícita a la vocación de especial consagración.
Corazón Un corazón que adquiere la forma de unas manos orantes. La llamada vocacional se percibe en el corazón de cada persona, cuando en el silencio de la oración “toca” con sus manos el misterio de Dios.
¡Qué bueno caminar contigo! Un lema que expresa el gozo y la alegría de ponerse en camino al encuentro con Dios y con los demás.

OBJETIVOS
Orar al Dueño de la mies para que siga enviando muchos obreros a su Iglesia, y para darle gracias por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que actualmente se forman en seminarios y noviciados en todo el mundo.
Suscitar en los jóvenes disposiciones adecuadas para escuchar la llamada de Dios y disponibilidad para cumplir su voluntad.
Promover entre los fieles una eficaz colaboración con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que atiende las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada en los territorios de misión.
Obtener fondos y ayudas económicas para el sostenimiento y la formación de estas vocaciones, a través de la financiación de “Becas de estudio”.

VOCACIÓN Y MISIÓN
Narra el Evangelio que Jesús, al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque, mientras recorría pueblos y ciudades, los encontraba cansados y abatidos “como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9,36). De esa mirada de amor brotaba la invitación a los discípulos: “Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9,38); y envió a los Doce “a las ovejas perdidas de Israel”, con instrucciones precisas.
Desde entonces, se inicia la evangelización de los pueblos, y se comprueba cómo Dios suscita numerosos discípulos en las comunidades cristianas que nacen del primer anuncio y se consolidan con la celebración de la fe. Estas vocaciones en no pocas ocasiones son zarandeadas por circunstancias dolorosas, como la resistencia a la aceptación del mensaje, o incluso son expulsadas de la propia tierra por ser seguidores de Jesús (cf. Hch 8,1-4). La vida evangelizadora de Pablo es uno de tantos ejemplos, pero su respuesta ante la adversidad se convierte en luz para futuros discípulos misioneros. Cuando es acusado de no estar autorizado para el apostolado, apela repetidas veces precisamente a la vocación recibida directamente del Señor (cf. Rom 1,1; Gál 1,11-12.15-17). La llamada vocacional es el argumento fundante de su misión. No se ha “apuntado” a este trabajo por iniciativa propia: ha sido llamado y enviado.

“¡Qué bueno caminar contigo!”
Desde hace más de 50 años se celebra, en la Iglesia católica, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones el IV Domingo de Pascua. Si cada día la Iglesia ora al Padre por aquellos que han sido llamados al sacerdocio y a la vida consagrada, esta Jornada es especialmente singular, porque la Palabra de Dios pone ante la consideración de los fieles la figura del Buen Pastor. Este año, además, coincide con la celebración, en España, de la Jornada de Vocaciones Nativas, promovida por la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que tiene como finalidad ayudar a la formación y el sostenimiento de las vocaciones que Dios suscita al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada en los territorios de misión.
Para celebrar ambas jornadas se propone a las comunidades cristianas el lema “¡Qué bueno caminar contigo!”. Cuando una persona, generalmente un joven, acepta la llamada de Dios, experimenta una enorme alegría y gozo. “¡Qué bueno es estar aquí!”, diría Pedro en el monte Tabor. Esta experiencia contrasta con los momentos previos, en los que la incertidumbre o la indefinición aparecían como disuasorias coartadas del miedo y de la preocupación. En el momento en que Mateo, después de escuchar la llamada, se levanta y lo deja todo, su vida ha empezado a cambiar, y lo celebra con una fiesta. Es el comienzo de una nueva etapa, impregnada de amor y de bondad, que ha de recorrer. El secreto de esta nueva actitud nace de la certeza de que el amor no admite cálculos ni contraprestaciones: es la entrega radical de uno mismo. Inmediatamente, sin buscarlo, casi sin desearlo, se experimenta la belleza de la donación. Así, de manera sencilla, pero heroica, comienza el caminar del discípulo, con la mirada puesta en la espalda del Maestro que va por delante desbrozando el camino.
No es un caminar en solitario, sino en compañía. “Caminar contigo”, reza el lema. Las vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio son “echar a andar” con el Otro, conscientes de que junto a ellas camina el compañero silencioso, oculto y a veces “disfrazado”, como les sucedió a los discípulos de Emaús: inicialmente no le reconocieron, pero se sentían muy a gusto con el “desconocido”; más tarde descubrirían que era el Resucitado. Cada vocación vive en profundidad esta certeza de recorrer el camino de la salvación en la cercanía y proximidad de Jesús. “Caminar contigo” implica, además, que el sendero está repleto de otros caminantes, con los que el discípulo comparte la experiencia de la fe, la ilusión de la esperanza y la cercanía del amor. De este modo el recorrido se hace gratificante y seguro. Cómo se agradece en muchos tramos del camino la mano amorosa del cirineo que ayuda a llevar la cruz o a levantarse cuando uno ha podido tropezar.

Vocaciones nativas... en camino
La mencionada coincidencia de la Jornada de Vocaciones Nativas con el día en que la Iglesia universal es convocada a orar por las vocaciones es un signo más de la intrínseca relación entre vocación y misión. Son las laicas francesas Juana Bigard y su madre, Estefanía, quienes, a finales del siglo XIX, se ponen en movimiento con el fin de promover las ayudas necesarias para las vocaciones que inician su singladura en los ámbitos misioneros, dando origen a una iniciativa, la Obra de San Pedro Apóstol, que más tarde, en 1922, alcanzaría su condición de “Pontificia”. Habían intuido que la formación de las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada sería garantía para la expansión del Evangelio.
Desde el principio ambas advirtieron que era claramente insuficiente con la provisión de ayudas económicas, aunque fueran necesarias. Se requería, con prioridad, dotar a estos ámbitos misioneros de una fuerte consistencia espiritual, enraizada en la adhesión al Evangelio en la persona de Jesucristo. Con este anclaje se aseguraba que las vocaciones allí surgidas y formadas llevaran en su entraña la certeza de que eran llamadas no solo a atender a las comunidades de las que habían salido, sino al mundo entero, como sucedió con los apóstoles. La vocación-misión, como testimonio del amor divino, resulta especialmente eficaz cuando se comparte “para que el mundo crea” (Jn 17,21). Por eso, la súplica al Dueño de la mies para que suscite vocaciones no es para “abastecer” las necesidades próximas e inmediatas de las urgencias pastorales domésticas, sino para su disponibilidad a salir de sus límites e ir a donde la Iglesia lo necesite.


Seminarios y noviciados en la misión
Dios sigue rompiendo esquemas, llamado a los que quiere y en las circunstancias menos previsibles, como es el caso de las que llamamos vocaciones nativas. Cuando parece que se carece de recursos materiales y de la formación adecuada, surge la llamada a entregar la vida al servicio los más pequeños, de los enfermos, de los que sufren, de los pobres. La llamada-respuesta es el inicio de un largo itinerario para el discernimiento y la formación en el mismo ámbito cultural y social donde esa vocación nació. Más tarde la Iglesia, según viene siendo desde el principio, les irá enviando a otros lugares para entregar gratis lo que de modo gratuito han recibido. Su testimonio de vida puede impulsar a muchos jóvenes a seguir a Cristo y a dar su vida por los demás, encontrando así la vida verdadera.
A ellos se suman muchos hombres y mujeres que, movidos por la acción del Espíritu Santo, han escogido vivir el Evangelio con radicalidad, haciendo profesión de castidad, pobreza y obediencia. Religiosos y religiosas de vida activa o contemplativa, que, con su oración perseverante por toda la humanidad o con su multiforme acción caritativa, dan a todos el testimonio vivo del amor y de la misericordia de Dios. “Ellos son, por excelencia”, decía Pablo VI, “voluntarios y libres para abandonar todo y lanzarse a anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. [...] Se les encuentra no raras veces en la vanguardia de la misión y afrontando los más grandes riesgos para su salud y su propia vida. Sí, en verdad, la Iglesia les debe muchísimo” (Evangelii nuntiandi, 69).
Las vocaciones que nacen en el surco de la misión son una invitación permanente para que los bautizados y las comunidades cristianas sientan la urgencia del agradecimiento a Dios, por seguir suscitando esas vocaciones en los lugares y momentos más insospechados, y del compromiso para cooperar, de modo que ninguna se pierda por carecer de medios para su formación. De un modo especial, la Jornada vocacional del próximo 26 de abril abre nuevos horizontes para que el Pueblo de Dios manifieste su gratitud por el don de la vocación de especial consagración y sea muy solícito para caminar a su lado, ayudando con la oración y la cooperación.


¿Qué es la Jornada de Vocaciones Nativas?

Es la Jornada dedicada a la oración y la cooperación económica con los jóvenes que son llamados a la vocación sacerdotal o religiosa en los Territorios de Misión.

Estas vocaciones que surgen en los Territorios de Misión son la muestra de que el Evangelio ha arraigado plenamente en una cultura y tiene sus frutos propios.
Muy a menudo las vocaciones que surgen en los Territorios de Misión tienen serias dificultades para seguir adelante en su formación por problemas económicos. Es frecuente que un joven africano no pueda costearse los estudios del seminario; puede ocurrir que un convento en Asia a duras penas pueda mantener a las novicias que entran. San Juan Pablo II, consciente de la importancia de estas vocaciones, animaba a la Iglesia a ayudarles: “Pido al Señor que nadie llamado al sacerdocio o a la vida religiosa en tierras de misión quede excluido por falta de recursos materiales o económicos”. Es una nueva oportunidad para vivir la  caridad cristiana.

¿Cómo nació?

Estefanía y Juana Bigard, madre e hija, leyeron en 1889 una carta del obispo francés de Nagasaki, en la que contaba que los cristianos japoneses, por temor a la persecución, tenían miedo de acercarse a los misioneros extranjeros, lo que no ocurriría si los sacerdotes fueran naturales de su mismo país. Las dos laicas francesas comienzan una gran actividad para implicar a la Iglesia en el sostenimiento de las vocaciones en los Territorios de Misión. El Papa Pío XI asumió esta iniciativa privada como suya y de toda la Iglesia, y en 1922 le dio el carácter de “pontificia”.

¿Cuándo se celebra?

En España esta Jornada, promovida por la Obra de San Pedro Apóstol, se celebra el 26 de abril y coincide con la 52 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.